La carrera del ya fallecido compositor británico David Bowie fue al mismo tiempo prolífica y virtuosa. Desde inicios de los 70s y hasta su muerte en 2016, el artista cosechó éxito tras éxito, siempre aplicando un estilo ecléctico pero eficaz a sus canciones.
En particular, los años 80s significaron para Bowie un mayor acercamiento al Pop-Rock mainstream, dejando atrás sus experimentales días en los que encarnaba a su alter ego, Ziggy Stardust; luego de impactar con temas de enorme repercusión como Under Pressure (su única y majestuosa cooperación con Queen), Bowie fue contactado por el director de cine Julien Temple, quien solicitó al cantante un tema para el soundtrack de su próxima película, Absolute Beginners. Bowie accedió al pedido, a cambio de recibir un rol en dicha película, componiendo así uno de sus mejores temas, el cual se convirtió en un explosivo hit de ventas a ambos lados del Atlántico (eclipsando incluso el éxito de la película, la cual pasó sin pena ni gloria). Es en esta canción de casi 7 minutos donde Bowie, una vez mas, nos regala su misteriosa y profunda voz junto con una exquisita melodía que oscila entre el Pop-Rock y el Jazz, una pieza ideal para el deleite de los melómanos.
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